Nunca serán
suficientes los esfuerzos que se hagan para resaltar la necesidad actual de
abrir espacios para la biodiversidad dentro de las ciudades con el doble
objetivo de restablecer el vínculo del hombre con la naturaleza y colaborar con
la preservación de especies. Se ha evidenciado que cuando las ciudades son
jóvenes, existen en su seno muchas aves, pequeños mamíferos y una amplia
variedad de insectos, que van
desapareciendo a medida que las ciudades crecen y se transforman.
1. El hombre
y la naturaleza, una vinculación irremisible.
La pérdida de biodiversidad es uno de los problemas ambientales
más resaltantes de este siglo a nivel mundial. Ha sido asociado, en parte, al
incremento de las
áreas urbanas, las cuales se triplicarán para el año 2030 (hecho alarmante si
consideramos que las ciudades ocupan el 2% de la superficie de la
tierra, pero utilizan alrededor del 75% de los recursos naturales).
He insistido en destacar
que el hombre forma parte de la naturaleza y que sus actividades producen
impactos positivos y negativos en el ambiente, los cuales se revierten como un
boomerang hacia la población, imprimiendo costos en la salud y en la
productividad. Este énfasis es necesario en vista de que el hombre, desde su
aparición en la Era Cenozoica, se ha sentido libre de explotar el ambiente que
lo rodea sin limitaciones, con el objetivo de “construir una segunda
naturaleza” donde él pueda sentirse más cómodo, seguro, resguardado de la
incertidumbre y de las agresiones de la naturaleza, según palabras de Beck en
su Risk Society, 1986. Así nacen las
ciudades.
Antes de la Revolución Industrial, el hombre estaba plenamente
integrado a los ciclos de la naturaleza y se amoldaba a ellos; la población
mundial no había crecido tanto como para imprimir un impacto considerable. Con
el surgimiento de las ciudades y sus sistemas productivos, en los cuales se
propone una división y especialización de la mano de obra, el individuo queda
cada vez más desvinculado del entorno natural. El hombre de ciudad resuelve su
problema de alimentación con tan solo ir al mercado o al restaurante más
cercano. No tiene que cazar, ni pescar, ni sembrar y lidiar con la lluvia o la
sequía. Solo va al mercado. Si necesita agua, abre el grifo. Pero aún así,
necesita de la existencia de los animales y las plantas, de un suelo fértil,
del agua potable y de respirar el oxígeno derivado de los árboles. Estamos despertando
al hecho de que la naturaleza es un sistema cuyos componentes están
interrelacionados entre sí y nosotros somos parte de él, por lo que los
impactos que surgen en algún punto de la cadena se trasmiten al resto, ejemplo
de ello es el conjunto de impactos derivados del Cambio Climático y que tienen
su origen en la emisión de gases de efecto invernadero que se desprende de
nuestras actividades. De nosotros depende que dichos impactos sean positivos o negativos,
existe una responsabilidad social compartida con respecto al cuidado del ambiente.
Todos los atentados a la naturaleza tienen su origen en la conducta humana. Un
cambio en esta y nuestras preferencias, marcaría la diferencia en los esfuerzos
de conservación y es esencial que eso suceda ya. Es una tarea impostergable
pues, de acuerdo con la UICN, "Los servicios y el valor económico que
proveen las especies son insustituibles y esenciales para nuestro bienestar. A
menos que vivamos dentro de los límites establecidos por la naturaleza y
gestionemos nuestros recursos naturales de manera sostenible, más y más
especies serán llevadas a la extinción. Si hacemos caso omiso de nuestra
responsabilidad pondremos en peligro nuestra propia supervivencia"
Por todo lo antes expuesto, se hace necesario abrir espacios para
la biodiversidad dentro de las ciudades con el propósito de restablecer el
vínculo del hombre con la naturaleza y para colaborar con la preservación de
especies dentro y fuera de la ciudad. Debemos comenzar investigando qué fauna y
flora aún existe en la ciudad y cómo fomentar su incremento. Una de las formas
es a través de una buena planificación de la arborización de las ciudades con
una visión más amplia de la que se ha estado ejecutando hasta ahora. Está más
allá del tipo de raíz y la forma de la copa; debemos concentrarnos en la
cantidad de especies que se relacionan con él, si dichas especies forman parte
del entorno local y si se encuentran amenazadas, es decir, construir un
verdadero ecosistema de ciudad a partir de la selección de los árboles a ser
sembrados. La promoción de la biodiversidad dentro de las ciudades es una
elección social. En el mundo está surgiendo una Red de Ciudades Biofílicas, que están consagradas a integrar la
naturaleza a la vida urbana y tiene sus expresiones en Singapur, Oslo y Phonix,
entre otras.
2. El papel de los
municipios en la creación de espacios para biodiversidad en las áreas urbanas.
El Municipio es la unidad
política más idónea para la implementación de este tipo de proyectos de gestión. En este
sentido, además de fomentar la preservación de especies en las áreas urbanas,
los Municipios estarían cumpliendo con un papel clave en la conservación,
embellecimiento del paisaje y la lucha contra el cambio climático, ya que forma
parte de su esfera de desarrollo.
Desde
el Municipio, es más fácil planificar y diseñar las áreas verdes de la ciudad
con previo consentimiento de sus habitantes y llegar a acuerdos de
comportamiento ciudadano para su preservación, con apoyo del correspondiente
sistema de incentivos; todo ello inscrito debidamente en una Ordenanza
Municipal, sustentado en la Ley de Diversidad Biológica y en la Constitución
Nacional.
Una de las acciones que debería tomar el municipio
con mucha seriedad, es la reforestación de la ribera de los cuerpos de agua que
atraviesan los municipios, con la doble finalidad de regular el nivel de las
aguas urbanas y de constituir corredores ecológicos que
sirvan de refugio y alimento para la fauna citadina.
3. ¿Qué se
está haciendo en Venezuela?
Venezuela se
encuentra entre los primeros 15 países más diversos del mundo, y estamos en
riesgo de perder esa riqueza. A pesar de las regulaciones tanto nacionales como
internacionales a las que se encuentran sujetas las especies y a los esfuerzos
de organismos privados y gubernamentales, las mismas continúan la senda de
extinción pues persisten las actividades ilegales que atentan contra su
preservación. La caza, la pesca indiscriminada, la venta ilegal, son todavía
elementos que no han sido plenamente controlados por las autoridades nacionales
e internacionales a favor de la preservación de las especies. La población venezolana tiene la
necesidad de valorar y rescatar sus especies amenazadas, las cuales están
reseñadas y jerarquizadas según la gravedad de su situación en el Libro Rojo de
la Fauna Venezolana, revisado y publicado periódicamente por PROVITA.
Si bien existen programas de preservación de especies que
han resultado muy exitosos, ejecutados por el Ministerio del Ambiente y por
algunas ONG, como PROVITA, FUDENA, Funadación Tiera Viva, CITMAR y AUBUDON, entre otras, los programas
arborización urbana son aún muy débiles en nuestro país y no han tenido la
debida atención por parte de las autoridades municipales y menos aún, el rescate
consciente de fauna en las urbes a partir de la recuperación del manto vegetal.
En algunas ciudades de Venezuela como Caracas, Zulia y
Monagas, entre otras, se están realizando jornadas de aborización de parques y
plazas con el solo objetivo de embellecer y proveer sombra, sin tomar en cuenta
que la importancia de sembrar árboles va más allá de eso ya que son ecosistemas en sí mismos. Sin embargo, dentro
de las ciudades existen zonas que han tomado relevancia como hábitat de flora y
fauna autóctona, y cada vez son más los grupos ecologistas y voluntarios que se
unen a los esfuerzos de rescate de biodiversidad en las ciudades; pero para
ello se debe contar con planes bien diseñados y aprender a trabajar en
conjunto; el rescate de la naturaleza
requiere el desarrollo de estrategias de cooperación.
Aplaudo con mucha alegría
el surgimiento de importantes grupos de observación de aves, la preocupación por los árboles urbanos de SADARBOL, cuya labor ha registrado un impulso este año 2014 (http://sadarbol.blogspot.com/), así como también, todos
los esfuerzos de conservación de ciertos animales como la pereza dentro del
Municipio Baruta. Yo propongo en este artículo, que deberían formarse
grupos de observación de lagartos y lagartijas, ya que he visto unas especies
muy llamativas en la ciudad. Las que se nuestra a continuación las encontré en:
- Polideportivo de Santa Paula.
- Parque Vizcaya.
Espero que en futuro, todos los programas existentes en el país tendentes a recuperar especies en las urbes venezolanas, reciban el apoyo debido tanto de las autoridades como de los ciudadanos y comencemos a estructurar también aquí, nuestra Red de Ciudades Biofílicas.
Realizado por Econ. Deyanira Díaz
Especialista en Manejo de Recursos Naturales, UCV