Una vez, un profesor de la Universidad, me preguntó. ¿Qué crees tú que es ser inteligente? Y me dijo: “Ser inteligente es tener la facultad de aplicar todos tus conocimientos para ser feliz”.
Está claro que el conocimiento no nos da la sabiduría pero se apoya en él y, como decía Josei Toda: “El conocimiento sin sabiduría es poco útil”.
La sabiduría es esencial en la vida. Ya que el conocimiento puede usarse tanto para el bien como para el mal, la sabiduría es la que dirige al conocimiento hacia el bien, hacia la creación de valor.
Cuando la sabiduría está funcionando en nuestra vida, podemos hacer una amplia valoración de los hechos, percibir la esencia de un tema y tomar la vía más segura hacia la felicidad.
Todos poseemos esa sabiduría inherente que nos hace ser capaces de resolver cualquier dificultad, pero ¿cómo llegamos a ella? Buscando, pero buscando bien.
Buscando es que me encontré, entre otras, con ésta definición de sabiduría que, a mi parecer, define muy bien el tema: “Sabiduría deriva de saborear que significa saborear, gustar y gozar de la verdad. Para obtener la sabiduría es necesario desearla”.
Desear la verdad es tener la capacidad y el coraje de admitirla, de aceptar la realidad actual de nuestra vida.
Una persona que está viva en su interior se hace preguntas continuamente, es más, todos los grandes descubrimientos de la humanidad comenzaron con una pregunta ¿Cómo?
¿Qué quiso decir Sócrates cuando dijo: “Sólo sé que no se nada”? Porque en su famosa frase continúa diciendo “... pero procuro saber un poco más”.
Yo creo que nos estaba enseñando que para ser sabios primero hay que ser humildes.
Entonces el primer paso es reconocer que no lo sabemos todo, porque, a pesar de que todos poseemos una ilimitada sabiduría en nuestro interior, no podemos extraerla sólo con nuestra fuerza. Es más, muchas veces, por esa misma arrogancia obtenida a base de nuestra insignificante sabiduría acumulada, nos limitamos la posibilidad de desarrollarla y usarla en beneficio de nuestra vida.
Esa jactancia de apegarnos a la insuficiente experiencia o al conocimiento superficial nos ciega y no nos permite creer con humildad en que continuamente podemos aprender algo más.
Cuando no sé algo, ¿pregunto? ¿O me da vergüenza que los demás descubran mi ignorancia?
Quien se cree poseedor de la verdad absoluta no se permite aprender de sí mismo ni escucha a los demás y eso hace que los demás se alejen de su lado.
Nuestra escasa experiencia, seguramente, ya nos ha demostrado en más de una oportunidad que cuanto más nos molesta la actitud de otra persona es porque nos está mostrando algo de nosotros mismos que no queremos ver. O cuando nos dicen algo que nos enfada ¿Nos sentimos atacados? Precisamente esas son las oportunidades que más nos ayudan a aprender. “La verdad duele” es un tópico muy conocido. Pero lo que duele no es la verdad sino el no saber que hacer con ella, el no tener la suficiente fe en que podemos modificarla. Sólo tenemos que escuchar atentamente y no temer al dolor, porque ahora ya sabemos que podemos transformarlo.
Encontrarnos cara a cara con nuestra ignorancia no es en sí una situación que nos haga felices, lo que nos da la felicidad es saber que, a raíz de haberla descubierto, podemos comenzar esa gran transformación interior. “Descartar lo superficial y buscar lo profundo requiere valentía”. “Cuando comenzamos a extraer sabiduría de nuestra propia vida y a tomar acción basados en esa sabiduría, asumimos el control de nuestras vidas”.
Según Benjamín Franklin un loco es alguien que sigue haciendo lo mismo esperando resultados diferentes. En este sentido, creo que todos nos acercamos a esa locura alguna vez. Leon Tolstoi decía: “El propósito de la vida es la felicidad. Si no eres feliz, has cometido un error en el recorrido. Regresa, examina dónde está el error y corrígelo”. Y eso fue lo que tuve que hacer muchas veces, puesto que no estaba siendo feliz. Volví para atrás, me atreví a hacerme preguntas cuyas respuestas nunca hubiera querido admitir pero que eran reales y estaban ahí, dentro de mí y, a través de descubrir el error, gracias a la valentía de afrontar esas respuestas, de escuchar a los demás, de enfrentarme al espejo de quién tanto me enfadaba y de estudiar mucho (para obtener conocimiento al respecto y poder transformarlo en sabiduría para encontrar la mejor solución), es que pude corregirlo y así avanzar.
Creo que deberíamos preguntarnos, más seguido, a nosotros mismos ¿en qué clase de sabiduría estamos basando nuestras decisiones presentes y, con ellas nuestro futuro?
Debemos cuestionar la infelicidad, no aceptarla, buscar la solución dentro de uno mismo, ese es el principio de la iluminación. Con el coraje de hacernos las preguntas importantes para nuestra vida, encontrar la respuesta y triunfar, porque no existe nada imposible de lograr.
La expresión “ser maestro de su mente” significa que cuanto más desarrollamos nuestro espíritu altruista, más sabiduría emanará de nosotros y podremos dirigir mejor nuestros conocimientos hacia la felicidad nuestra y de los demás.
Si construimos a cada instante un presente lleno de significado, estaremos creando un futuro pleno de realización. Eso es la felicidad.
FRASES PARA PENSAR:
Sócrates: “Sólo el conocimiento que llega desde dentro es el verdadero conocimiento”.
“¿No te parece vergonzoso cómo te preocupas por las riquezas, los honores y, en cambio, no te preocupas ni interesas por la inteligencia, por la verdad y por mejorar tu alma?”
Daisaku Ikeda: “La mayoría de las personas no se cuestionan si la esencia de sus creencias son buenas o malas y ahí mismo está la raíz de la infelicidad”.
Nichiren Daishonin: “Si queréis comprender las causas que existieron en el pasado, observad los resultados tal como se manifiestan en el presente. Y si queréis comprender qué resultados se manifestarán en el futuro, observad las causas que existen en el presente”.
Josei Toda: “Una gran Revolución en el carácter de una persona ayudará a cambiar el destino de una nación y efectuará un cambio en el destino de la humanidad”.
1 comentario:
Radiante e inmarcesible es la sabiduría.
Fácilmente la contemplan los que la aman
y la encuentran los que la buscan.
Se anticipa a adarse a conocer a los que la anhelan.
Quien madrugue para buscarla, no se fatigará,
que a su puerta la encontrará sentada.
Pensar en ella es la perfección de la prudencia,
y quien por ella se desvele, pronto se verá sin cuidados.
Pues ella misma va por todas partes buscando a los que son dignos de ella;
se les muestra benévola en los caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos.
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