Hola desorbitados lectores:
Para hoy les tengo uno de esos cambios míos que no se esperan. Vamos a hablar un poco sobre la muerte. Y ustedes dirán, ¿y por qué un tema tan patético? Simple, porque el 2 de Noviembre los católicos celebramos el Día de los Fieles Difuntos o Día de los Muertos. En Venezuela solemos visitar las tumbas de nuestros parientes y amigos, les llevamos flores, hacemos un poco de oración, o simplemente les ofrecemos una misa en la iglesia de nuestra localidad. Hay quienes reparten tarjetas de conmemoración, donde se escribe una especie de obituario. Creemos que haciendo todas esas cosas podemos ayudar a las almas a alcanzar la paz, a salir del Purgatorio. Para los cristianos la muerte es más importante que la vida porque lo que viene después es mejor.
Para nosotros como familia, la celebración es diferente, plena de alegría y regocijo (como los del mundo oriental), porque es el cumpleaños de mi esposo. Ese día nos toca abrir una botella de licor y dejar caer un poco de su contenido sobre la tierra “para que también tomen los muertos”. Por cierto, es curioso aquello de que mientras que en el mundo occidental la muerte es motivo de llanto y dolor, de vestir de negro; en algunos países orientales se la celebra con alegría, y se suelen llevar vestiduras blancas. Los japoneses profesan la religión Shinto, que consiste en la veneración de los antepasados y los Kami, que son los espíritus de la naturaleza y de las cosas. Ellos le prenden incienso y velas a sus antepasados, y hablan con sus fotografías como si estuvieran allí con ellos, como si nunca se hubiesen ido. Pero sigamos…
Como lo comentó mi amigo Saturn en su post, es bien sabido que en México, la celebración del Día de los Muertos adquiere una forma peculiar y una importancia no conocida en ninguna otra parte del mundo, y esa diferencia proviene de que en él, la creencia católica se mezcla con la indígena. Es icónico la colocación de un altar bien decorado, lleno de imágenes de santos, calaveras, flores, comida, bebida y fotos de los que han fallecido, porque se cree que ese día regresan a sus casas. También se realizan procesiones con velas encendidas hasta los cementerios. La festividad es tan llamativa y de tal magnitud que la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad en el 2003, aquí les va el enlace: http://www.unesco.org/culture/ich/index.php?lg=es&pg=00011&RL=00054.
Al hablar de estas celebraciones recordé que los egipcios también creían en la vida después de la muerte. Es por ello que construyeron pirámides que se alzaban hacia el cielo, preludio de las catedrales góticas. Estas constituían verdaderas moradas post-morten, en dónde se enterraba a los faraones con sus posesiones, comida, bebida y hasta la mascota, para que no extrañara nada. También lo enterraban con el “Libro de los Muertos”, o inscripciones dentro de las cámaras, para que les sirviera de guía y protección en su viaje hacia el inframundo.
Bueno, y volviendo a la entrada de Saturnino, al igual que a sus hijos a las mías les encanta el Halloween. Claro, eso es otro tema, halamos de fantasmas, brujas y calabazas aterradoras y su fecha es el 31 de Octubre. Nosotros participamos activamente en estas celebraciones mientras vivimos en Estados Unidos, solíamos ir a Somerset Town, que es un pequeño vecindario de Maryland, en donde cierran completamente sus calles, y las decoran a veces con travesuras que asustan, para dar paso a los chiquilines con sus disfraces alegóricos, ¿se sorprenderían si les digo que llegamos a encontrar máquinas de cotufas? Los niños disfrutan mucho tocando puertas y pidiendo dulces, que colocan en bolsas decoradas para la ocasión, y viendo los disfraces que lucen los demás. Es usual que vaya algún adulto con ellos. Me encantaba acompañar a mis hijas (tocar las puertas, y pedir dulces), y también me disfrazaba (un sombrero de bruja no me bastaba), of course, era algo nuevo y muy divertido, tal vez sea por eso que los jóvenes lo adoptan con facilidad en otras partes del mundo, y ahora con ese boom de los vampiros... Una anécdota curiosa fue encontrarnos con un gran bowl repleto de caramelos, en la entrada de una de las casas, con un letrero que decía: “Please do not disturb, take two candies each and go away”. Cuando regresé a Venezuela a finales del 2008, me sorprendió saber que aquí (al menos en Caracas), también se está celebrando Halloween, con todo el acicalamiento y disfraces de rigor (la globalización).
Todo esto de creer en la vida después de la muerte tiene un sentido moral. Si piensas que después de muerto puedes ser castigado o premiado por tus acciones en la tierra, entonces te esforzarás por tener una vida con significado y tratando a los demás con respeto y consideración. Está bien, pero como dijo Fernando Sabater en “Las preguntas de la vida”, la gente vive ignorando la muerte, como si fuese un chisme de vecindad, una funesta noticia de periódico, algo que le pasa a otros, nunca a nosotros.
Para concluir la entrada de hoy les diré que buscando en mis archivos fotografías para el blog, me encontré con ésta:
Es una foto que tomé hace dos años mientras celebrábamos Halloween (ojo, ese niño que Dios guarde, es un vecinito que se encontraba disfrutando de la fiesta). Ese día estábamos en la Guaira, pasando el fin de semana en un apartamento que mi hermana tenía en Playa Caribe, esa noche tomé otras fotos, como estas:
es decir, la cámara funcionaba bien, no estaba sucia ni dañada, por eso cuando la vimos nos impresionó tanto. Señores, allí ocurrió el deslave de 1999, dónde murieron miles de personas que descansaban en sus casas, como cualquier otro fin de semana, y no esperaban que ese día las aguas del mar se juntaran con las que bajaban de la montaña, arrastrando casas, árboles, peñascos, gente... Siempre que pienso en eso, imagino que para ellos fue como si Dios enviara un segundo diluvio para acabar con el mundo que había creado. Allí no hubo tiempo de nada, de arrepentirse de nada, tal vez algunos pensaban en cómo escapar de aquello... Por eso creo que allí aún hay muchas almas en pena, muchas en el Purgatorio, por eso les pido el favor, a ustedes que siguen fielmente este blog, que el Día de los Muertos, hagan una oración por ellos.
Para concluir la entrada de hoy les diré que buscando en mis archivos fotografías para el blog, me encontré con ésta:
Es una foto que tomé hace dos años mientras celebrábamos Halloween (ojo, ese niño que Dios guarde, es un vecinito que se encontraba disfrutando de la fiesta). Ese día estábamos en la Guaira, pasando el fin de semana en un apartamento que mi hermana tenía en Playa Caribe, esa noche tomé otras fotos, como estas:
es decir, la cámara funcionaba bien, no estaba sucia ni dañada, por eso cuando la vimos nos impresionó tanto. Señores, allí ocurrió el deslave de 1999, dónde murieron miles de personas que descansaban en sus casas, como cualquier otro fin de semana, y no esperaban que ese día las aguas del mar se juntaran con las que bajaban de la montaña, arrastrando casas, árboles, peñascos, gente... Siempre que pienso en eso, imagino que para ellos fue como si Dios enviara un segundo diluvio para acabar con el mundo que había creado. Allí no hubo tiempo de nada, de arrepentirse de nada, tal vez algunos pensaban en cómo escapar de aquello... Por eso creo que allí aún hay muchas almas en pena, muchas en el Purgatorio, por eso les pido el favor, a ustedes que siguen fielmente este blog, que el Día de los Muertos, hagan una oración por ellos.
Muchas gracias y un abrazo para todos.
Martina
1 comentario:
Sobre lo de una vida después de la muerte, ¿sabes que pasa?, que uno cree, pero debe ser que cree poquito... porque, la verdad sea dicha, no tengo ninguna prisa en comprobarlo.
Lo de la foto del niño de la Guaira... ¡qué yuyu! ¿no?
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