Hola de nuevo, soy MERCURIO; voy a recuperar el blog de la semana pasada, cachisssss, que se me pasó por alto, espero que los dioses me perdonen, jejeje.
Hoy no voy a escribir sobre historia, sino sobre lo que me sucede en el hospital, pero visto de una manera exterior, no interna (no me voy a poner a explicar las ventajas que tiene hacer sesiones ni masajes, ni demás, ejem).
En este caso, lo explicare como si fuera un relato:
“Subo la escaleras de la salida de la parada de metro y veo a un chico de unos 16 años que me pide tabaco, empezamos bien.
Tras caminar hacia la entrada, veo como hay mas gente en la puerta de entrada que trabaja en el hospital fumando, que no gente que se va a visitar a enfermos/as. Me doy la vuelta hacia la carretera en la que solo puede haber ambulancias, y veo que hay turismos aparcados y pocas ambulancias, mientras, el hombre de seguridad, habla con un conocido, seguramente del partido de fútbol de ayer.
Entro a dentro y paso cerca de unas maquinas de comida, donde la “señora Maria” lleva tres magdalenas y gritando “quiero el bocata, no eso”. Me acerco a ella, con toda mi buena fe, y veo que marca el número 41 que es el de las magdalenas, aunque visto el del bocata, que es el 42, apenas hay diferencia entre ellos.
Tras marcar el bocata, sigo todo recto, pasando cerca de los ascensores que están reservados solo para gente del hospital, pero cual es mi sorpresa, que justo cuando paso, se abre la puerta y solo hay gente que viene de visita, ninguna persona que trabaja allí.
Giro a la izquierda, donde están los ascensores que llegan hasta un piso determinado (diremos piso ocho, por poner uno). En el panel para “avisar el ascensor” esta un flecha hacia arriba, y otra hacia abajo, para ir a la menos uno. Pero no se porque, siempre esta marcado el de la flecha hacia abajo. Me dispongo a entrar en ese ascensor abarrotado de gente y, antes de que se cierren las puertas, unas jovencitas, alocadas por entrar, pican el piso uno. Tras parar en cada planta y poder respirar, salgo y escucho a una pareja “¡¿uy, esta no es la planta doce?!”
1 comentario:
Ya sé que irrita el que cada uno haga lo que da la gana y que se salte toda las normas!!!
... pero disfrútalo, no hay cosa más divertida que reírse de leyes, normas y normillas... y comprobar como a pesar de todo ello el mundo sigue dando vueltas y todo funciona exactamente igual (incluso mejor) y eso sí, más relajadito
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