sábado, 20 de agosto de 2011

FIESTAS PARA VIVIR

Hace un par de semanas participé en un pequeño curso sobre LAS FIESTAS JUDÍAS, por Abraham Haim, historiador sefardí.

¡Cómo me lo he pasado!
Aparte de las curiosidades que he conocido (estas cosas tipo etnografía me encantan), de cientos de historias de semejanzas y diferencias con la cultura nuestra... me hace pensar sobre el hecho de las celebraciones, de los pueblos y de las culturas.

Raro es el año que con mis alumnos de clase tenemos una discusión. Suele saltar siempre por el mismo motivo. El examen es obligatorio, la asistencia a clase es obligatorio, tal charla es obligatoria, aquella excursión es obligatoria... y llegan las fiestas de la escuela... "¿es obligatorio venir?". Y siempre salto como una espoleta. La pregunta en sí me parece completamente ruin. Nunca contesto, siempre suelto lo que entiendo como una celebración y cómo no cabe dicha pregunta.

"Vivimos perteneciendo a distintos colectivos, a distintos círculos de relaciones. En algunos con relación más intensa que en otros (no me hago el pedante y no hablo de relaciones primarias y secundarias). La vida en sí, y la vida en un colectivo, es a diario rutinaria, se hace siempre lo mismo y casi siempre en el mismo orden. De tanto en tanto, los colectivos celebran algo: un nacimiento, una enlace, una jubilación, una muerte, su patrón... Se hace un paréntesis en la rutina. Generalmente con fiesta alegre y siempre con mayor o menor 'liturgia': la tarta, soplar las velas, los cantos, los regalos...
Cuando se te invita a una celebración, uno entiende si está bien o mal vinculado a ese colectivo. No siempre se acepta ir; puede que te inviten a una boda, pero es un compañero de trabajo lejano y prefieres no ir. Pero lo que nunca tiene sentido es: ¿es obligatorio ir?"

El pueblo judío a lo largo de la vida celebra la circuncisión, la mayoría de edad para ser judío de pleno derecho (adolescencia), el matrimonio y la muerte.
A lo largo del año celebra el sabat, el año nuevo, el día del perdón, las fiestas de las cabañas, la pascua, etc, etc, etc.
Todas estas fiestas con sus ritos y liturgias muy establecidos (para mi gusto demasiado recargado de ritos y simbología). Cantos concretos para cada momento, para cada momento también de la comida festiva, los alimentos concretos para cada comida, la disposición de la mesa concreta...

Celebraciones que se han ido transmitiendo, junto con la religión, de generación en generación, por todo, absolutamente todo el mundo, durante miles de años y que sin embargo siguen siendo básicamente iguales.
No me estraña que con ello se haya mantenido la unidad del pueblo judío a lo largo de la diáspora y del tiempo. Y no me extraña tampoco que ritos tan concretos y tan suyos y tan cerrados hayan podido levantar resquemores en un sitio y en otro, porque son muy pocas las variaciones que han ido absorviendo de los pueblos con los que han convivido.

Pero también me han dado cierta envidia. Nosotros, los españolitos, tenemos destrozadas nuestras fiestas. Con los vaivenes de la secularización religiosa, algunas veces sí y otras nada se celebra el bautizo, y con él el nacimiento de un muchachillo, si quitamos la comunión y la confirmación, acá no tenemos nada que nos celebre el ser mayor, no existe fiesta de los 15 años como en hispanoamérica, si no se celebran bodas o se celebran unas bodas completamente deslucidas... al final la familia amplia nos vemos para los funerales, que ahí si nos vemos todos (así ha sido con mi familia en los últimos años, que nos vemos de muerto en muerto y tira porque me toca).

¿El domingo día de descanso? ja, ja.
Fiestas a lo largo del año: depende de las comunidades. ¿Los reyes magos? unos sí, otros papa noel y otros regalos porque sí. ¿Días festivos? los mejores para coger puentes y escaparse a la playa.

¿Las navidades? cada vez oyes a más y más gente que repugna esos días.

Fiesta patronal. Por ejemplo la de los maestros actualmente se ha sustituido San José de Calasanz o Santo Tomás de Aquino o San Juan Bosco (según el nivel de enseñanza) por el día que mejor puente se puede hacer.

Si repaso las fiestas que aún son celebradas por todos, puede que queden los cumpleaños y, eso sí, las doce uvas de nochevieja.


Si la descomposición de las fiestas indica la descomposición de un pueblo, mal nos pinta.

Seguro que no será para tanto.

Feliz sábado, sabadete... se me comporten

Saturnino

Por cierto, según me contaban, es casi obligatorio que los matrimonios, tras la celebración del shabbat por la noche, al irse a la cama, hagan el amor. ¿vendra de ello lo de sábado, sabadete?

1 comentario:

Deyanira Díaz dijo...

Hola Satur, que gusto me da estar por aquí. Interesante reflexión. Yo pienso que con tanto desarrollo comunicacional, con el acortamiento extremo del tiempo entre los espacios, se están diluyendo las culturas particulares, eso efectivamente mella tu identidad, cada vez pertenecemos menos a la familia, a nuestra región, para sumergirnos en el movimiento global. Será eso la causa de un nihilismo floreciente en nuestros jóvenes? Pienso que mientras más persistimos en la celebración de nuestras tradiciones, en arraigarnos a lo nuestro, tendremos mucho más que compartir como personas con los demás. He tenido la oportunidad de estar en ambientes multiculturales y lo que más nos divertía era mostrarle al resto nuestro particular punto de vista de las cosas, lo que sabíamos que nos hacía diferentes, nuestra comida, nuestros rituales, forma de vestir, etc, pero también qué nos acercaba, lo que nos hacía reconocernos como grupo humano.