Con el tiempo que me estoy dedicando a mi mismo, o algo parecido, es inevitable que se acumulen las experiencias y los sucesos. Alguno de ellos o varios, también de forma inevitable, están relacionados con un tema del que no nos suele gustar hablar, tratar o compartir. Hay que dejar de mentar a la bicha y esas cosas...
No obstante, la muerte es algo inherente a nosotros. Cada uno de vosotros/as queridos lectores, habrá tenido su ración particular de sucesos necrológicos, o de circunstancias en las que vimos pasar a la de la guadaña cerca de nosotros, aunque a última hora, se desvió y tomó otro camino. Familiares, amigos, conocidos, parejas o ex, vecinos, famosos, desconocidos, nos rodean y nos hacen partícipes involuntarios de grandes momentos y de malas pasadas. Personalmente, he tenido una relación bastante compleja con la señora de negro. Ha respetado a mis amigos más cercanos, a la mayoría de mis familiares más queridos, a la gente que me ha tratado correctamente y viceversa.
Sin embargo, en los últimos tiempos, no puedo dejar de reflexionar sobre el valor de la vida y su fragilidad. Sin ir más lejos, hace dos días, en una inocente comida en un asador, tuve que hacer algo que jamás había hecho: Aplicar correctamente la llamada " Maniobra de Heimlich", una suerte de movimientos que provocan una tos artificial a alguien que se está asfixiando, en este caso, por atragantamiento. En un restaurante con menos de diez personas dentro, sospecho que fui la única persona a la que se le vino a la cabeza unos conocimientos, que sabe Dios, tenía prácticamente olvidados. No fue, hasta ver su satisfactorio resultado, y un repaso de conocimientos, a la vez que confirmar que lo había realizado correctamente, hasta que respiré tranquilo del todo.
Mi pareja, entretanto, ha tenido como experiencia, la muerte de un cliente habitual en la cafetería en la que trabaja. Alguien a quien ves todos los días, a quien sirves su bebida habitual, y que de pronto, no volverá más. Es el discurrir habitual de la vida, duro e inflexible.
Ciertamente, en el capítulo personal, ya he sentido mi final alguna que otra vez. Esos instantes previos a un accidente de coche, cuando sabes que vas a impactar, pero no que va a suceder a continuación. Si es que habrá continuación, claro. Esas caídas malas, que se quedaron en nada. Alguna enfermedad y algún susto. Afortunadamente, voy librando. Me pregunto y os pregunto: ¿ es inevitable pensar en la muerte ? ¿ o quizás sea innecesario ? Sea como sea, no puedo dejar de sentir que nos vigila a cada paso y que nosotros deberíamos vigilar mejor los nuestros, no sea que coincidan antes de tiempo. O justo a tiempo. Que se yo...
Besos, Abrazos y mucha vigilancia...
PLANETA POL @ElTioPol ( Temporalmente de vacaciones ) en Twitter
2 comentarios:
Creo, como dices que todos hemos tenido alguna experiencia que nos lleva a pensar en los límites de la vida, y lo creo valioso porque de esa manera afinas tus convicciones y te construyes una vida llena de significados. No tiene que ser nada extraordinario, simplemente en algo que creas y que disfrutes hacer y compartir.
Cariños.
Menudo sustito el del ahogo!.
Chicos, pues yo no. No estoy nada preparado para la eso de la muerte. Me produce vértico insuperable. Y me desasosiega eso de ver que en el sorteo voy acumulando cada día más y más papeletas.
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