domingo, 10 de noviembre de 2013

A que mundo queremos pertenecer.



Me aterra escuchar, de vez en cuando, que lo ambientalista está devaluado, que hay cosas más importantes que resolver. Definitivamente, esta situación de país nos ha llevado a un estado de lamentable inconsciencia en muchos aspectos de nuestra vida. Estamos perdiendo la perspectiva. Mientras los países desarrollados avanzan con fuerza en la implementación de sus políticas ambientales, nosotros creemos en este lado del mundo que es una moda, simple esnobismo. Y es que ellos luchan por recuperar todos los espacios naturales que han perdido porque saben que de eso depende la vida artificial que nos hemos creado. Yo les pregunto: ¿Qué respiran? ¿Qué toman? ¿Qué comen? ¿Con qué realizan sus labores de aseo personal y de limpieza? ¿Qué sería de la agricultura y de la industria sin agua? ¿Qué comeremos cuando la tierra se desertifique? ¿Cuánto más CO, plomo, ácido nítrico y sulfúrico soportarán nuestros pulmones? ¿Cuando los recursos se agoten al límites qué haremos? Aquí mismo, en Caracas, ya no tenemos agua en forma constante en nuestras casas, ya vivimos la escasez. Cada día, el precio del botellón de agua mineral se incrementa. El agua era un bien gratis, abundante; ahora, con los problemas de las extensas sequías causadas por el Calentamiento Global, nuestros ríos están disminuyendo su caudal, y la poca agua que nos queda la estamos contaminando. Pensemos. Un individuo puede estar varios días sin alimentarse, pero sólo tres días sin agua. Estamos en constante intercambio con el entorno que nos rodea, si éste está contaminado, nosotros estaremos enfermos. Los tratamientos médicos son simples paliativos, sólo estaremos verdaderamente sanos cuando el ambiente que nos rodea lo esté. Tenemos la mira puesta en el blanco errado. Queremos producir y producir creyendo que eso incrementará nuestra calidad de vida. Es cierto que la producción nos da bienes, empleo... pero, ¿qué la sostiene? ¿No son los recursos naturales la materia prima? Hay maneras de producir, maneras de transformar los recursos naturales sin lesionarlos, de tener un empleo digno. Los países desarrollados están transformando sus tecnologías y métodos de producción para ajustarse a los nuevos tiempos, a los tiempos de escasez de recursos, de energía, incrementando la eficiencia de los procesos. ¿Qué estamos haciendo nosotros en Venezuela? Nuestra constitución venezolana nos dice que tenemos derecho a vivir en un "ambiente sano, seguro y ecológicamente equilibrado". ¿Por qué no exigimos ese derecho si sabemos que de ello depende nuestra salud y nuestra productividad? Porque un individuo enfermo es menos productivo que uno sano, y lo que ganamos contaminando lo gastamos en tratamientos y medicinas costosas. El mundo artificial es un mundo gris, vacío, no se sostiene por sí mismo, se cimienta en la naturaleza, depende de ella. La próxima vez que diga que el ambiente no es un asunto de importancia, piénselo dos veces. De cualquier manera, la naturaleza siempre encontrará la forma de manifestarse y protegerse, ella tiene mejores mecanismos de conservación que nosotros que día tras día caminamos hacia la auto-destrucción sin darnos cuenta.



Econ. Deyanira Díaz