Esta opinión, la comparto con otros que me preceden. Así encontramos en el prólogo de las “Memorias” del Duque de Saint Simón lo siguiente: “Pero es el caso que, pasados los años y los siglos, aquel minuto enteco y baladí depositado avaramente en la alcancía de unas memorias, de un diario, de una carta, va cobrando categoría de permanencia y es también la eternidad, vista de otro modo. Es por lo demás, la Historia”.
En la revista de la National Geografic “Historia”, número 60, encontré un hermoso ejemplo de esto. Resulta que en 1666 hubo un gran incendio en Londres que devoró prácticamente la ciudad y que fue necesario hacer grandes esfuerzos para reconstruirla. A partir de allí, la fisionomía de la ciudad cambió pues quedó prohibido construir con madera; en su lugar debía usarse piedra o ladrillo. Los detalles que se conocen del suceso se derivan de los diarios de Samuel Pepys y John Evelyn.
Algunos de los detalles reseñados por Pepys fueron los siguientes: que las personas podían “quemarse la cara con una súbita lluvia de chispas de fuego”, y las palomas estaban “agolpadas en las ventanas y balcones, algunas se quemaron las alas y perecieron”. Cuenta que vio, cómo se formaba “una llama sangrienta, maliciosa y horrible, cuyo arco entero sobrepasaba la milla larga de elevación”.
Estos fueron complementados con las notas de Evelyn, el cual escribió, entre otras cosas, que el incendio comenzó a propagarse “con una luz deslumbrante, un fuego tan abrazador y con el ruido ensordecedor de la caída de tantas casas juntas, que parecía increíble que tal cosa pudiera suceder”.
Y es que la historia no es más que un conjunto de eventos sucesivos que nos hablan del desarrollo de una civilización y tal vez a los intentos de algunos por dar explicación a esos hechos. Todos los temas son bienvenidos, política, economía, literatura, artes, ciencia, en fin todo lo que dibuja nuestro entorno y a nosotros mismos como individuos, ya que somos parte de una cultura que nos moldea.
Y es que aquellos que tienen la afición de escribir no sólo se convierten en carceleros del tiempo, sino son además, muchas veces sin quererlo, los filósofos contemporáneos. A propósito de esto dice el Duque de Saint Simon en el prólogo de sus “Memorias”: “Porque resulta que esta literatura, generalmente farragosa, casi siempre nimia, de diarios y memorias no siempre es solamente materia prima de historiógrafos, polvo nutricio de eruditos. Resulta que, a veces muchas veces, es también venero eternamente joven de tipos apasionantes de vidas prodigiosas ( prodigiosas aún en la infinidad de su miseria) de hervoroso fermentar humano; en todo caso, campo propicio para la reflexión…”
Soren Kierkegaard en su “Diario de un Seductor” comparte esta opinión cuando afirma que “Un filósofo de épocas pretéritas decía que si cada vez pusiéramos por escrito todo lo que nos ocurre en la vida, podríamos convertirnos en filósofos sin darnos cuenta”.
Así es que invito a todos los blogueros de este vasto mundo a que sigan realizando su labor de carceleros del tiempo, cuya gloria es imperceptible a la vida, pero su valor es realmente incalculable para las generaciones futuras.
Besos para todos,
Martina.
2 comentarios:
mmmmmm... quien sabe!! lo mismo esto tiene mayor valor que el puro entretenimiento momentaneo!!
menuda meta-entrada has preparado!!
No sé yo si soy buen carcelero del tiempo. Siempre me han costado mucho hacer diarios, poner por escrito... pero me encanta sobre manera encontrármelo después de pasado el tiempo.
Este block constituye una cárcel estupenda en si mismo. Lo mejor es que disfrutas la actividad sin ni siquiera notar los tesoros que has estado acumulando...Hasta el diario de una adolescente es una excelente fuente, pues allí se hayan contenidos el modo de hablar de su generación y sus ideas sobre la vida...
Un abrazo.
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