Darío
-¡Oh! (Se ve preciosa cuando se sonroja).
-Vamos, no sabes lo que cuesta hacer una
reservación aquí, además hoy tienen música en vivo.
-¡¿Música en vivo?!
-Si (Le sonreí, me encanta ver como se le ilumina
la mirada cada vez que sonrío) si no recuerdo mal, es un tributo a Mocedades.
-¿Mocedades?
-(Le ofrecí el brazo) Creí que te gustaba…
-¿Algo más que deba saber? ¿O pretendes seguir
intentando sorprenderme?
-No lo sé ¿Sabías que aquí preparan la mejor pasta
de la ciudad? (Creí que era imposible sorprenderte)
-Déjame ver si entiendo, buscaste el
restaurante más elegante, que sirviera la mejor pasta y que tuviese música de
mi preferencia.
-Más o menos (Obvio que si). Solo busqué el
más elegante, las otras dos son coincidencia.
Entramos, nos llevaron a la mesa que reservé,
nos sentamos y pedí algo para tomar, algo de su preferencia claro. La observé más detenidamente.
-No creo que todo sea coincidencia
(Sinceramente, si lo creyeras, no serías tú)
-Aquí entre nos, debo reconocer que solo la
música en vivo es coincidencia, pero quizás tu también deberías reconocer unas
cuantas cosas. (Entonces puse el último número de la revista City sobre la
mesa, abierta en la editorial) El vestido te lo creo, te dije que estuvieras
elegante, pero vienes de la peluquería y te maquillaste con segundas
intenciones, en todo caso, justo un vestido sin espalda… Según la fecha de
publicación esta foto es de hace una semana y tienes el pelo más largo, y por
lo que se ve, casi no usas maquillaje para trabajar (me pasé la tarde mirando
tu foto para no sorprenderme cuando te viera y aun así se me detuvo el corazón
cuando te vi)
-Solo la peluquería es coincidencia. Tenía la
hora pedida hace dos semanas, el vestido y el maquillaje son intencionales ¿De
donde sacaste esa revista?
-Me la dieron en el hotel, cuando pedí que me
recomendaran un restaurante (Y me alegro que así fuese), así que debería darte
las gracias por recomendarme un lugar tan bueno, aún sin saber que lo hacías.
-Leíste mi artículo (Lo releí mil veces,
podría repetir palabra por palabra) Hiciste trampa ¡Nada fue coincidencia!
-No cambias, sigues haciendo más trabajo del
que debes, por lo que leí, no solo haces la editorial, también escribes un
artículo gastronómico y por lo que supe hoy en mi reunión, haces un par de
entrevistas de vez en cuando.
-Puede que si haga un par de cosas de más…
La miré a los ojos y llamé a una mesera para
que nos tomara el pedido y comenzó a sonar la primera canción de la noche…
No has cambiado sigues siendo tú
y yo sigo igual que siempre,
enseguida te reconocí
fue un latido diferente,
será que tanto tiempo
apenas nos rozó,
solo pasó por dentro…
De todas las
canciones que tiene Mocedades ¿Tenía que ser justo esa la primera? Nos miramos
a los ojos durante toda la canción, su
mirada tan intensa como siempre, provocando sensaciones olvidadas y
despertando recuerdos que creía olvidados.
Cuando
terminó la canción ya daba igual cual siguiera, solo tenía atención para ella,
ninguno apartaba la vista del otro, parecía que nada rompería el momento…
-Buenas
noches, mi nombre es Amanda y seré su garzona esta noche ¿Que desea pedir?
(Bueno, tu si pudiste romper el momento)
-Buenas
noches Amanda, yo quiero los ravioles de albahaca con pesto Genovese y para
beber voy a seguir con el pisco sour.
-¿Ud. señor?
-Creo que voy
a pedir lo mismo que ella, pero para beber prefiero el tinto de la casa.
-Muy bien, en
25 minutos está su pedido.
-Gracias,
ahora dime ¿Que pretendías con invitarme a salir? (Esta mujer es de otro mundo,
directo al grano, como siempre)
-Verte, no
hay respuesta más sincera que esa. Seguí un impulso cuando vi tu nombre esta
tarde, lo hice sin pensar realmente, pero déjame decirte, no es algo que me
cause remordimiento, me alegra haber ignorado a esa vocecita que me decía que
era una locura. Te ves hermosa, radiante, eres un sueño. (Levantó la ceja, que
gesto tan suyo) No pongas esa cara, te soy sincero y te propongo una cena
sincera, en la que cada uno pueda resolver todas las dudas que tenga sobre el
otro con la tranquilidad de que es honesto. (Levanté mi copa y bebí un poco)
-Acepto, dime
¿Para cuando es la fecha de tu matrimonio? (¡Casi me ahogo!)
-*tos* ¿De
donde…*tos* sacaste eso? (Mujer, casi me matas)
-Intuición.
-Tenía
pensado pedirle matrimonio cuando volviera de este viaje ¿Que te hizo preguntar
eso?
-Tu cara de
culpa. (Entonces vamos a jugar tu juego preciosa)
-Viniendo de
ti no me sorprende… ¿Cuando pensabas decirme que terminaste con tu novio y que
no fue una simple pelea, antes o después del postre? (Ahora fue su turno de
espantarse).
-¿Como lo
sabes?
-Estás pálida
preciosa.
-¿Como... ?
-No hace
falta, alguien que tiene la esperanza de volver contigo, te llama al día
siguiente, te compra un ramo de flores y te regala chocolates. Alguien que sabe
que no hay vuelta atrás, no te llama en nueve días. ¿Asombrada?
1 comentario:
tanta sinceridad... estos no llegan al postre sin haberse clavado respectivamente los tenedores.
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