Muy buenas a todos y a todas. Estaba yo viendo ( que no lloviendo ) una vuelta ciclista de estas que echan por la tele, pero que no son el Giro, La Vuelta a España o el tour, cuando caí en la cuenta de que tarde o temprano tendría que tocar el tema del deporte de las dos ruedas y motor humano. Es un tema que me toca de cerca, como ya vereis, a pesar de que, por desgracia, nunca llegué siquiera a profesional.
La verdad es que la bicicleta y yo siempre tuvimos una especie de idilio, pero no de la clase de idilio de amor hacia una bicicleta en concreto ( que también, en parte ), sino de lo que era capaz de hacer con ella en toda situación. La bicicleta y yo eramos como Valentino y su montura, una cosa así, salvando todas las distancias del mundo y más.
Desde siempre hubo bicicletas en casa. Las había en la que estuve mis primeros tres meses de vida, y a la postre, fué en alguna de ellas en las que, por primera vez, posé mi culo y los pedales intentaron cobijar mis pies inexpertos, en busca de mantener el equilibrio. Tarea infructuosa, de no ser por la ayuda de padre, madre, abuelo, etc. etc. a todos ellos muchas gracias.
Mis primeros pasos como ciclista aficionado, como los de cualquier chiquillo de pueblo o en su pueblo, fué por caminos llenos de sorpresas y peligros, a saber, exceso de piedras y polvo en verano, exceso de piedras y barro en invierno. A ello sumamos baches variados, de todo tipo y tamaño, consecuencia lógica del paso incesante de tractores y/o aperos y remolques, los perros de los pastores, amistosos algunos ( los perros, los pastores casi siempre ), menos amistosos los demás, otros chiquillos descontrolados, saltos diversos, en fín, que a los diez años mis rodillas ya eran todo un mapa eterno de caidas y accidentes más o menos aparatosos.
Al crecer y venir a vivir definitivamente a La Bañeza ( LEON ), mis padres me compraron mi primera bici de verdad. Antes estuvieron las del pueblo, y una Orbea ( ¿ os acordais de las Orbea ? ), pero esta fué la primera nueva y buena. Era una BH California XL2, azul y blanca, una bicicleta que hará suspirar a muchos chavales de mi generación, por los muchos y buenos momentos que nos dió. Era dura como el hormigón armado y bonita como ella sola. No era la más ligera, pero tampoco hizo mucha falta. Viví muchas aventuras con ella algunas de las cuales serán contadas en su momento y otras no.
Con el tiempo, se hizo pequeña y tosca y el cuerpo pedía más ( no era de los lentos en las muchas carreras del barrio ). De modo que la Orbea volvió a mí, en su versión bicicleta de carreras de segunda mano. Con ella gané recuerdos imborrables, experiencias iniciales que todo ciclista tuvo en sus comienzos, sufrimientos, imágenes, muchos kilómetros tragados, montes, montañas y puertos de montaña, caidas, bueno, muchas cosas. También hubo alguna que otra carrera en algún pueblo de León y alguna que otra experiencia antes de llegar mi bicicleta definitiva.
Mi Corbetta llegó a mis manos tras pagar mas de cien mil pelas de las de antes, por una bicicleta de ensueño de segunda mano de estas con las que ya se podía empezar a competir en serio. Llegó cuando mi cuerpo más lo pedía. Tenía ganas de rodar mucho, rápido y dando batalla. Y así fué durante unos meses... Sin embargo, llegó en una etapa de mi vida en la que, por desgracia, coincidió con el inicio de unos problemas físicos que me darían guerra hasta obligarme a adandonar definitivamente la práctica semi-profesional, ya federado por Castilla y León.
Abandoné la peña ciclista en la que me había enrolado, y poco a poco, supe que la bicicleta, antaño fiel escudera de tiempos y aventuras, solo sería un objeto más que cogería polvo en casa, a salvo del agua y el aire, enemigos de bici y ciclista por naturaleza. Rara vez la he vuelto a coger. Los diversos traumas que experimenté en la fase de abandono del ciclismo me encogen las piernas, aún hoy en día.
Tuve momentos muy buenos sobre una bicicleta, también muy malos. Para acabar, decir que chapó para todos aquellos que practican ciclismo, especialmente de carretera, que jode un huevo, y encima si llegas a profesional tienes el hipotético sanbenito del puto doping, que da igual que uses que no, están ya todos en el mismo bote. Me hubiese gustado llegar a profesional, porque otra cosa quizás no, pero soy competitivo como el que más. Os habría gustado verme subir puertos, jejeje Será en otra vida ( ya sabeis lo de la Reencarnación, jejeje )
En unas cuantas semanas, la entrada irá sobre una de mis diversas aventuras a bordo de una bicicleta. Hasta entonces, espero que esta, una vida ciclista muy resumida, haya sido de vuestro agrado...
BESOS Y ABRAZOS. PLANETA POL
5 comentarios:
Que bella entrada. Gracias Pol por compartir esta historia con nosotros. En la vida uno hace muchas cosas, pero como dice Serrat "caminante no hay camino, se hace camino al andar", pues vamos haciendo y haciendo montones de cosas en la vida y obteniéndo montones de experiencias que nos enriquecen como seres humanos, todas valiosisimas! Hablar de tu bici es como hablar de tu primer amor, por todas las aventuras que se viven con ella. Yo particularmente recuerdo la primera vez que decidí echarme por una bajada muy empinada, que diré, era imposible frenarla la vía era estrecha y apareció un camión frente a mi, entonces decidí echarme a un lado y terminé en la punta de una montaña de arena de una casa en construcción, ja,ja,ja...me acordé de la anecdota porque mis rodillas quedaron como las que dices en la entrada, como verdaderos mapas..que historias tan lindas para contar y reir!!!.
Abrazos.
Asi que eras tu aquel que vi en el Tourmalet en el año 1991 a rueda del gran Miguel Indurain, vaya recuerdos, yo me he pasado noches durmiendo en tienda por los pirineos en aquellos años de Indurain, aunque mi idolo era otro, Marino Lejarreta, pero descubri a Indurain y sobre todo el ambiente que se montaba en los puertos de los pirineos, yo de paso tambien os digo que veia una etapa y luego me subia algun monte que me pillara de paso.
Mi primera bici fue prestada y el freno fue la pared del fronton de mi pueblo, ahora lo han tirado, se quedo tocao del golpe el pobre.
Besos y abrazos.
Menudo mundillo el del ciclismo ese que ronda o comienza a adentrarse en el profesional. Lo conozco de oídas por algunos exalumnos... y es dedicación exclusiva y dejándolo todo, buscando un mundo que no llega y que con pocos años se ve alejar en lugar de acercar.
Ufff, ya no me acuerdo de mis bicis casi. Las dejadas por mis hermanos mayores (entre ellas un verdadero tanque de segunda, tercera o a saber qué mano, que en su día fue del mismisimo Julito Jiménez) y creo que propias propias, tres: una abandonada, otra robada y la actual.
Y la robada esa Saturnino no la has contado en tu curriculum, 1,05 novias y una bici robada tenias que haber puesto.
Besos y abrazos.
Miguel, en el fondo en el fondo, cuando los robos no son muy muy graves... no son más que un plan renove: ves, tengo bici nueva y desde el cumple móvil nuevo (también me lo robaron)
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