martes, 11 de octubre de 2011

CARLA EN LA BUSQUEDA DE FRANCISCO PEREZ GARCIA



Carla está decidida a ir hasta el final de esta historia. No se conforma con saber que el panadero desapareció y que por esa razón “El Portugues” no venderá más cachitos de hojaldre; debe recuperar la última caja de manteca “Los Puerquitos”.  
Ya en el tráfico nocturno, manejando su Aveo azul oscuro, se detiene, mira la luz roja y piensa en Camacho, en su furia, en  lo difícil que fue para ella reaccionar ante tal comportamiento por temor a ser desenmascarada. La del carro de atrás le toca la bocina una y otra vez, pero como Carla no parece escucharla, decide dejarla  pegada. Luego baja el vidrio de su ventana y le grita “Cómete la luz maldita demente, cómete la luz que estoy apurada y no llego”. Carla respira profundo y espera, como si no le hubiese dicho nada. Hay un pequeño espacio a la izquierda, suficiente para que pase un auto. Cree posible que la loca de atrás lo haga, que la pasará y se pasará la luz roja arriesgando su vida (y la de otros), como lo hacen muchas personas de esta ciudad. Entonces,  un vehículo se detiene a su lado. Carla piensa “vez, aquí viene la loca”. Mira hacia la ventana del auto que tiene enfrente y se sorprende. Es un hombre que va con un niño pequeño a su lado; él le dice algo y luego le señala la luz roja con su dedo índice, mira hacia Carla y le expresa su apoyo con el pulgar; es obvio que no dejará pasar a nadie hasta que cambie la luz. Carla sonrió y pensó “en este país aún hay esperanza”.
Entró en su pequeño apartamento situado en Los Ruices. Encendió la luz. Levantó el teléfono inalámbrico y llamó al “Forjador de Máscaras”.
-          - Epale maestro, cómo le ha ido.
-          - Hola Carlita, ¿cómo has estado?
-         - Bien, te llamo porque necesito que me quites esta cara de cuervo de panadería tan deprimente y me devuelvas la mía, claro un poco más sexy. Podrías poner mis labios más voluminosos, del resto se encargará mi super labial.
-          - Está bien, como quieras, puedes venirte la semana que viene cualquier día, pero por la tarde, porque en la mañana estoy tomando clases de Tai chi.
-          - No maestro, el tiempo vuela y yo necesito tener esa cara mañana en la mañana. Tiene que atenderme esta misma noche.
-          - Carla, a ti no puedo decirte que no, y menos si estas en plena misión.
-          - Bueno, para la misión no es, son asuntos personales de alto calibre, por eso te lo agradezco un montón más. Tomo una ducha y estimo que estoy en tu consultorio en una hora. Un beso.
Se desvistió con rapidez, tenía el olor a pan recién horneado pegado a su piel. Se metió en la ducha. El agua y el jabón se deslizaban con delicadeza por los contornos semicirculares, como dedos ajenos e inquietos. Eso le hizo pensar de nuevo en Camacho. Al salir del baño decidió llamarlo.
-          - Camacho, soy yo Carla.
-          - Disculpe, yo no conozco a nadie con ese nombre.
-          - Ay ya Camacho deja la broma, sé que estas molesto conmigo. Sé que te pareció muy torpe todo lo que te dije, que sonó desconsiderado, pero entiende, ¿qué podía hacer yo?, se supone que nunca te había visto. ¿Verdad?
-          - Está bien Carla, pero luego te cuento qué me pasó y verás que no era como para reírse.
-         -  Me imagino que no, tranquilo Camacho, tranquilo, ya todo pasó.
-         -  Es más, no puedes molestarte conmigo porque me tienes que acompañar a San Francisco.
-          - !A San Francisco Carlita!, yo no tengo visa americana y ¿dónde conseguimos los dólares?, tu sabes, ahora es más difícil.
-          - No Camacho tan lejos no, a San Francisco de Yare, a ver a los Diablos Danzantes. Sabes que me encanta todo lo que tiene que ver con celebraciones enmascaradas.
-          - Aaah, eso si me suena.
-          - Camacho, además tengo que pedirte otro favor.
-          - Que quieres ahora Carla.
-         -  Que me acompañes a Cotiza a buscar a un tal Francisco Pérez Garcia.
-          - Okey, ¿y cuándo?
-          - Mañana por la mañana, no quiero perder tiempo. Se me ocurrió que podemos ser una pareja de amigos suyos que tenemos tiempo que no lo vemos. ¿Te animas?
-         -  Claro Carlita, trabajar contigo siempre es un placer… siempre y cuando estemos juntos.
-         -  Gracias Camachito, te debo muchas. Nos vemos.

2 comentarios:

SATURNINO dijo...

uyyy, no sé porque me da que esta historia no se va a quedar en un relato breve... se van enzarzando más y más cosas.

¿En ese país el semáforo rojo también es una señal orientativa?, jeje

Martina dijo...

Ja,ja,ja, creo que deberíamos aprender a andar con más calma en todas nuestras dimensiones como ciudadanos, no sólo como conductores. Las decisiones meditadas siempre nos llevan al objetivo deseado. Aquí se vive con mucha euforia, y eso vela el entendimiento y las buenas prácticas.
Un abrazo.