martes, 18 de octubre de 2011

CARLA RESUELVE EL CASO




Son las 8:00 de la mañana, Carla y Camacho se dirigen a Cotiza en el viejo Mitsubishi Lancer descolorido para no despertar sospechas. Comienzan la investigación preguntando a los vecinos sobre el domicilio de Francisco Pérez. Nadie quiere colaborar, sus miradas son de sospecha. Una viejita encorvada, se acerca a Carla y le dice:
-¿Para qué pregunta?
- Somos sus amigos, salíamos juntos todos los viernes por la noche. Nos reuníamos en la panadería dónde solía trabajar, pero tiene varias semanas que no va por allá.
- El vive ahí, en el bloque 1, apartamento 3-1. Dijo señalando uno de los edificios cercanos.
- Muchas gracias señora, que Dios se lo pague.
- Amén, pero mire, y usté no tiene por casualidá alguito pa’ comprame un pancito, una arepita…
Carla y Camacho se dirigieron con prisa al mencionado edificio de paredes sucias y desconchadas, estaba todo enrejado y no había manera de entrar. Esperaron un poco hasta que alguien que iba de salida les dejó pasar sin hacer preguntas. Subieron escaleras, recorrieron pasillos y encontraron el apartamento. Tocaron el timbre, luego la puerta, pero nadie respondió. Ya se marchaban cuando Carla se detuvo y agarró a Camacho por el antebrazo.
- ¿Qué te pasa Carlita?
- ¿Escuchas eso Camacho?
- ¿Escuchar qué?
- El agua Camacho, el agua del tanque de la poceta, se está llenando.
- Pero puede suceder que el tanque está malo y el agua se está botando.
- No, escucha, ya paró. Hay alguien adentro y el muy tonto usó el baño.
Tocaron la puerta de nuevo. Nada. Entonces decidieron abrirla al estilo de James Bond, con un tiro en la perilla. Registraron el apartamento y encontraron a Francisco Pérez debajo de la cama del cuarto principal. Camacho lo arrastró por los pies, pero no terminaba de sacarlo. Después de varios intentos se dio cuenta de que la cabeza no pasaba. Entonces Carla lo ayudó levantando un poco la cama.
Una vez afuera, algo aturdido, lo sentaron en una silla de plástico que se hallaba en el comedor y comenzó el interrogatorio:
- Mira chamo, te vinimos a buscar porque sabemos, de muy buena fuente que te robaste una caja de manteca “los Puerquitos”. Si nos dices donde está podemos ahorrarte unos días de cárcel, oíste.
- A pué, ¿qué vaina es esta? Yo no me robé ninguna caja de nada.
- ¿Y por qué te enconchaste?
- Bueno, les voy a contal la veldá. Esa caja si desapareció ¿ves?, pero no me la robé yo. Yo estaba esa talde en la panadería “El Cacho Caliente”, metiendo mano, y no precisamente en la masa. Una jeva de nombre Janet, que trabaja haciendo el aseo en la farmacia de al lado, me vino a visital, bueno chamo, tu sabes cómo es la cosa, ella siempre venía y hablábanos. Pero ese día ¿ves? no sé, se volvió como loca, y se quitó la camisa azul de su uniforme ¿ves? , tú me entiendes ¿no? ¡y qué “lolas” mi hermano! Tú sabes, yo no me aguanté y le di lo suyo, lo que ella quería. Cuando se fue, eran como la 1:30 de la talde, se me había pasado la hora de amasal los cachitos de hojaldre. Salí corriendo a buscal la caja de manteca, pero no la encontré por ninguna palte. Me asusté tanto, que me fui y no regresé más, no vaya a sel que el “Poltu” me la cobrara.
Le pidieron a Francisco Pérez que los acompañara. Estacionaron el carro frente a la panadería “el Cacho Caliente”. Esta vez Camacho se quedó en el carro custodiando al susodicho y Carla se bajó en busca de la tal Janet. Se metió en la farmacia, preguntó por ella en la caja; alguien le dijo que saliera, que preguntaban por ella. Al salir, Carla se le acercó, la tomó por el brazo y le dijo:
- Mira Janet, tu no me conoces, pero voy a decirte que estas en problemas. Tú y tu noviecito son los presuntos ladrones de la caja de manteca del portugués, me oíste, ¿sabes lo que eso significa?
- Que qué, ¿quien dijo?
- Mira mijita, no te hagas la pendeja, tu eres cómplice de ese robo ¿verdad? Le dijo Carla agarrándola fuertemente.
Janet se soltó y corrió hacia la calle a toda velocidad, y la Carla atrás, tú sabes, con todo el cliché de las películas de detectives. En la persecución tumbaron personas, volaron frutas, maletines, se escaparon los perritos que iban atados a las cuerdas de sus amos… hasta que la alcanzó. Janet parecía una fiera, le dio cachetadas a Carla, la agarró por los cabellos. Cuando Carla pudo zafarse, le aplicó una llave (aunque no de tuercas), y la tumbó contra el piso y se le sentó en el abdomen. Janet comenzó a llorar
- Bueno mijita, entiende, de esta no te salvas, habla. Dónde está la caja de manteca?
- La tiene “El Portu”
- ¿El Portu?, dijo Carla con asombro.
- Si mi amor, la tiene el mismito portugués de la panadería.
- Pero no puede ser, él mismo dijo que había sido Francisco, además, qué motivos pudo haber tenido “El Portu” para acusarlo.
- A pues, ahora si es verdá. Te digo que fue “El Portu”, me pidió que distrajera a Francisco mientras escondía la bendita caja de manteca en la panadería; no me imaginé que esto llegara hasta lo urtimo.

Carla dejó ir a la muchacha, tenía cara de tonta trasnochada, ahora si es verdad que no entendía nada. Regresó al carro, le comentó lo sucedido a Camacho, que con el cuento estaba que pegaba la quijada del pecho. Francisco, tenía los ojos llenos de furia, entonces declaró:
- Ese maldito, @##$%^&*, segurito que lo hizo pa' no tenel que pagalme el bono de navidad, porque ya sabe que este año no me iba a conformal con lo que la gente le mete al cochinito que coloca en el mostradol, cada año pasa más hambre, la gente es caleta…
Para celebrar el cierre del caso, Camacho invitó a Carla a comer chicharrón en el Junquito, acompañado con su respectiva botella de “Canelita”. Y Allí, acurrucados en medio del frío y de una naturaleza fragmentada; sentados sobre un muro de piedra, con sus bolsas de chicharrón en las manos, veían a los niños dar vueltas en círculos sobre caballos desganados, mientras conversaban.
- Camacho, qué loco ese Portu ¿verdad? Qué bueno que encontramos la caja de manteca escondida en la panadería, de otra manera, habría sido difícil creerle a esos dos tontos. Como mi jefe no quería quedarse sin sus cachitos de hojaldre, perdonó al Portu a cambio de que le pagara lo que le debía al panadero y lo restituyera en su trabajo. Pero, lo peor fue, que al Portu le salió muy cara la gracia, porque la tal Janet descubrió que está embarazada y le está exigiendo que cubra todos los gastos de maternidad, ¿qué tal?
- Mamita, ricura, eso ya pasó, vamos a vivir el momento, este chicharrón está muy bueno, hay que degustarlo. Cuidado con los pelos mi amor, no te los tragues, mira que te puedes ahogar.
- Ay Camacho tú siempre tan romántico y considerado, te ganaste una invitación a mi casa en Villa Escondida, para que me untes mi Vaporup antes de domir.
- ¿Vaporup mi reina?, nooo, lo mío es el mentol chino.

Y así dejamos a nuestra detective viviendo una tórrida aventura amorosa, no morosa.
FIN

1 comentario:

SATURNINO dijo...

Retiro el comentario de hace unas entradas. Ya no quiero probar los cachitos de hojaldre. Parece que engordan mucho. Y sino que se lo pregunten a Janet lo que engordan esos cachitos.

El mundo es mejor, con menos misterios, gracias a Carla.