sábado, 17 de abril de 2010

AL PUNTO

 Hoy traigo tres flasazos que nos puedan hacer pensar sobre el dificil equilibrio que supone educar a los hijos, entre protegerles de los peligros y ponerles en riesgo para irse abriendo a la vida. Es similar al arte de saber cocinar al punto, ni crudo, ni muy hecho.




UNO. Supongo que a estas alturas todos hemos recibido más de un email, que haciendo referencia a los niños que lo eran en los años 50 o en los 60 o en los 70 o en los 80 (que de todos los años hay) entre otros muchos recuerdos se pregunta cómo hemos podido sobrevivir ...

Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin air-bags, hacíamos viajes de más de 3h sin descanso con cinco personas apretujadas en el coche y no sufríamos el síndrome de la clase turista. No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños. Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y solo volvíamos cuando se encendían las luces. No había móviles. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerras de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina y unos puntos y al día siguiente todos contentos. Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila que, rara vez, tenía refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas!!! Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto. Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Compartimos botellas de refrescos y nadie se contagio de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el cole. Cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente. Y ligábamos con los niñ@s jugando a beso, verdad y atrevimiento o al conejo de la suerte, no en un Chat. Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. Sabias que se rifaba una ostia si vacilabas a un mayor. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos, si trasgredíamos alguna ley, era inadmisible, si acaso nos soltaba un guantazo o un zapatillazo y te callabas. Tuvimos libertad, fracaso, respeto, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.

... y fijo que nos hace sonreír completamente conformes con todas estas afirmaciones.


DOS. El extremo de la falta de protección es el caso de los niños salvajes, que cada pocos años aparecen en un lugar u otro del planeta.
Del último caso que se supo fue de Lyhoka, un pequeño de unos 10 años, que se supone fue abandonado en los bosques de Siberia cuando era bebe y que pudo sobrevivir al ser "adoptado" por una manada de lobos.
Fue encontrado en una madriguera, desnudo, caminando a cuatro patas, sin saber hablar nada, unas largas a modo de garras... Todo ello hace menos de tres años.
Pero ni mucho menos ha sido el único caso, siempre que aparece alguno gran número de estudiosos se vuelcan sobre ellos, en busca del estudio de lo genuinamente humano, qué parte es imnata y qué parte aprendida, qué es la cultura...

En casi todos los casos se da dificultad de caminar erguidos, suelen ser poco sensibles al frío y al calor, tiene muy desarrollados los sentidos del olfato y de la visión nocturna, no hablan, emiten sonidos similares a otros animales, olfatean la comida que van a tomar, duermen del anochecer al amanecer y prefieren la compañía de animales a la de los humanos.


Y TRES. Al otro extremo, la noticia que acaba de saltar desde Italia.
En Ferrara vive un jovencito de 13 años. Un niño inteligente, con muy buenos resultados académicos, pero con alguna que otra asignatura pendiente:
A los siete años prácticamente no caminaba y no subía escaleras y no parece que el muchacho tuviera ninguna incapacidad (su madre y abuelos siempre lo llevaron en brazos).
No sabe correr, nunca lo ha hecho (ante el miedo de su madre de que pudiera sufrir una caida)
Nunca practicó deporte.
No sabe comer solo.
Nunca salió de casa, salvo para ir al colegio.
Nunca jugó con otros chicos.
Sólo come lo que le prepara su madre.
No sabe orinar sin ayuda...

Ahora su madre ha sido condenada a 3 años de cárcel, el abuelo a 3 años y medio y la abuela a 2 años, todo ello por sobreproteger al muchacho al considerarse otra forma de maltrato.


Feliz sábado, sabadete... se me comporten

Saturnino

Ésta ha sido la entrada de este sábado, pero teníamos más...

EL PENE MÁS GRANDE DEL MUNDO EN PARO

léaselo Ud mismo la noticia clikeando sobre la foto de Jonah Falcon, que así se llama el prodigio (ehhhhhh!! que con un solo clik sirve!!)

1 comentario:

Martina dijo...

Esta entrada es excelente para reflexionar sobre lo que estamos haciendo como padres. Yo pienso que los niños que no son reprendidos por sus malas acciones, son los que más tarde terminan siendo los primeros en violar las leyes cuando son adultos, pues nunca, nunca se les enseñó que ese tipo de comportamiento acarrea penalidades más grandes que la simple nalgada que dejamos de darles cuando son niños.

En cuanto a la libertad, debemos darlelas para que desarrollen sus alas mientras sus cuerpos crecen y puedan volar sin problemas cuando llegue el momento, si el precio es una curita o algo más, bien vale la pena.