Yacía moribunda sobre la mullida cama de ébano tallado. Un zamuro me acechaba. Había visto su enorme cabeza negra asomarse tímidamente a la ventana y ocultarse luego tras las cortinas.
¿Muerte, eres tú que has venido a buscarme? Pierdes tu tiempo, tus horas. Ve, allá arriba te espera el cálido viento para elevarte sobre las nubes; ve y extiende tus alas y libérate de esta inútil y tediosa espera. ¿No te das cuenta que de la basura que se acumula día tras día en las orillas del Guaire, podrás sacar mayor provecho? Ve y reúnete con tus compañeros, ve a cuidar a tus crías. ¿Qué te atrae tanto hacia mí? ¿Acaso confundes mi cabeza con la de las Arrau? No dejes que mis arrugas te engañen. Lo que ves son testimonios de mis innumerables alegrías, mis asombros, mis tristezas, mis preocupaciones.
Entonces, el ave salió de su escondite, alzó su cabeza, me miró desafiante y extendió hasta el límite sus enormes alas. Yo la observaba tranquila, confiada, a pesar mis exiguas fuerzas. Mi respiración se fue acortando, mi vista se fue oscureciendo y decidí cerrar los ojos. Escuché el sonido cada vez más fuerte de su pico. ¡Qué tonto es ese zamuro negro!, no comprendió que entre él y yo existía un muro invisible.
Les dejo un abrazo que abarca la circunferencia de la Tierra,
Martina.
2 comentarios:
Tiro de comodín de google: Zamuro, Guaire, las Arrau.
Caramba con la entradita ¿ficción total? ¿relato breve? ¿relato onírico?... y qué hacen las fotos del pajarraco en ¿tu ventana? y la foto de río Guaire ¿se te posó un buitre en tu ventana? ¡qué yuyu!
Ja,ja,ja...relato corto totalmente ficción... Ahora le hago fotografías a todo lo que llama mi atención.
Un abrazo,
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