sábado, 16 de junio de 2012

PROFECÍAS

Las profecías, las buenas, no la de los charlatanes, no murieron. No murieron ni en el antiguo testamento, ni murieron con Nostradamus.



Lo que sucede es que, ahora, como entonces, es difícil reconocerlas por adelantado y sólo así lo hacemos trascurrido el tiempo.

Hace unos días ha vuelto a caer en mis manos el siguient artículo de Pérez Reverte. (Perdonad por lo largo, pero prefiero no darle cortes).

LOS AMOS DEL MUNDO.

Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.

Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.

Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.

Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.

Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez *******, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.


Lo alucinante es la fecha del artículo. No es de estos días, en plena crisis, ni de 2008 o 2007, cuando no eran pocos los que la veían venir. Es de 1998!!! Y claramente no se le hizo ni p... caso.


Al leerlo también me vino a la memoria cuando leí de Ernesto Balducci el siguiente texto.

"Me pregunto si, al atravesar paso a paso con perplejidad y miedo los umbrales de un tiempo nuevo, no habrá algún acontecimiento capaz de dar un giro a la historia...Tal acontecimiento es la aparición del otro; la crisis de nuestra civilización como final de un monólogo".

 Lo escribió algo antes del 11S. Y releerlo pone la piel de gallina.


Feliz sábado, sabadete... se me comporten
Saturnino.

3 comentarios:

El Tio Pol dijo...

Lo que más estupor me causa, no es el hecho irrefutable que es la directa relación entre crisis económicas históricas, bancos y democracias, sino que la gente "normal" ni sabe ni quiere saber nada acerca de como se generan, porque existen y como solventarlas. Cosas tan sencillas como educar a las personas en casa y colegios acerca de elegir entre utilizar un banco o no, para que gestionen ( hagan con el lo que les de la real gana ) tu dinero, paliarían o harían palidecer estas crisis. Y que nuestra democracia, evolucione hacia una auténtica democracia ciudadana es otra. Se tiene que acabar la falta de compromiso ciudadano con los que eligen, no eligen o gobiernan. Porque nos gobiernan a todos.
Reverte, es muy grande y no se puede decir mucho más.
Un saludín, Maestro !!!

Deyanira Díaz dijo...

Vaya, lo único que voy a decir como economista en este artículo, es que cuando se le vio la punta a esta crisis económica y financiera de dimensión global en el 2007, se hablaba nada más y nada menos que de eliminar de los premios novel, el correspondiente al área económica.
Como economista sé que nuestras herramientas fundamentales son los modelos de pronósticos, de simulación, de expectativas, de tendencia...nuestra mirada en el futuro y en el largo plazo.
En finanzas esto es muy peligroso porque es como un juego de azar, las decisiones se toman en base a la aversión al riesgo, sobre cuanto riesgo es capaz de asumirse para obtener un determinado rendimiento "esperado", y es imposible desaparecer este factor"riesgo", a menos que "pongas los huevos en distintas canastas", lo que se denomina diversificación del riesgo". Solo a éste señor que presentas aquí, se le ocurrió que todas las canastas podían caer al mismo tiempo!

Un abrazo Saturnino.
Un

Deyanira Díaz dijo...

En cuanto a lo que concierne al Desarrollo Sustentable, es mejor tener esa mirada en el futuro, en las generaciones del futuro, para contabilizar bien los costos de deteriorar hoy los recursos naturales, y otorgarles su justo valor, y contrariamente a su uso en finanzas, es necesario actualizar el valor de lo que tenemos hoy con la mirada puesta en el infinito, para no hacer hoy una apuesta con la vida sobre este hermoso planeta.