La semana pasada terminé de leer “Ciudades que no
existen”, un libro escrito por Fedosy Santaella en el 2010. No suelo hacer
comentarios públicos acerca de mis lecturas; sin embargo, con este libro la
historia es distinta. Y a continuación les diré por qué. Consiste en una serie
de relatos que tienen ese toque satírico que caracteriza los textos de éste
escritor venezolano, su manejo equilibrado de la ironía es, a mis ojos, de buen
gusto. Los temas siguen siendo urbanos, pero con aire de mar. Este escritor nos lleva a recorrer nichos
estrechos de Puerto Cabello y de Caracas, los cuales no son inmutables a los
ojos del lector; con el pasar del tiempo han dejado de ser lo que una vez
fueron, tanto en su fisionomía como en su idiosincrasia, bajo la mirada aguda de
un individuo que ha madurado con los años. Al respecto, haré las siguientes
citas: “Cuando las cosas que uno conoció comienzan a desaparecer, no queda más
remedio que aceptar que te estás poniendo viejo”, “…Puerto Cabello es una isla
interna habitada por un niño. Es decir, aquel lugar ya está ocupado, y las
miserias y la soledad futuras o cotidianas necesitan espacios vacíos”. Este
libro evocó en mí, retazos de la “Teoría de los espejos”, en donde de Guillermo
Meneses (1953), expresa lo siguiente: “¿Qué son
al fin, los recuerdos?... Si se los toca ya no existen; sus reflejos
sólo tienen valor en cuanto guardan la posición exacta del instante en el cual
eran espejos de la realidad. Traerlos a la memoria es moverlos de su sitio,
cambiarlos del campo de visión que frente a su momento tenían.”
En estos cuentos la atmósfera es oscura, nebulosa,
lejana y a la vez íntima, son narraciones realistas con toques de surrealismo y
en algunos relatos hay presencia de elementos fantásticos. Esta mezcla
embriagadora la podemos sentir a lo largo del libro, pero es muy palpable en El
belizná del bosque, Seis dedos y un nahual, El olor del maizal, Los muñequitos
de las llaves y La Piaf nos está mirando. Mientras lees, sientes que son
anécdotas que te están contando con un par de cervezas en un bar cualquiera, con
mucha camaradería y con un lenguaje coloquial.
Este es, además, un libro muy creativo (cosa que ha caracterizando a
Fedosy Santaella desde el principio de su carrera literaria), por eso puedes encontrar allí, entre sus páginas, un belizná que persigue a un hombre como si
fuera su karma, una silla que viaja hacia muchos lugares y se involucra en
muchas historias, viajes estos que realiza sin voluntad propia (claro, es una
silla); un duende que esconde llaves y causa reveses en la vida de las personas,
prostitutas vírgenes, una Edith Piaf que deja de ser canario para convertirse
en un espectro diabólico… en fin, por momentos, este narrador manda al diablo
la realidad y te lanza en benji, caes, lo disfrutas, pero siempre hay algo que
te mantiene atado al contexto. Y no incorporo en la lista a Techo de Vinilo,
porque es un personaje real, aunque cualquiera que no lo haya conocido podría
pensar que forma parte de la fantasía del autor.
El relato “La Piaf nos está mirando”, se destaca por su elevado erotismo.
Hay algo de
nostalgia en este libro, y espero no equivocarme cuando digo que, cualquier
estudiante universitario, del presente o del pasado, puede identificarse con los
cuentos allí contenidos. Yo me confieso víctima de ese portal (por momentos me vi
caminando por esos pasillos ucevistas tan queridos, pero que ya no le
pertenecen a mis zapatos). La lectura de “Ciudades que no existen”, es amena,
ideal para el descanso, y nos recuerda que las ciudades no son solo calles, no
solo casas, sino que también son hombres, la mirada de esos hombres y todas las
emociones que nos hermanan. Oswaldo Trejo, escribió en “La llave en las montañas, (1969)” lo siguiente: “…a las orillas de los ríos
están las casas donde viven los hombres. Los hombres que son también ciudades.
Ciudades sin muros, ni torres, ni palacios, ni avenidas. Ciudades hechas de
pasos, de gestos, de voces que a un tiempo dicen: trabajo, perdón, lejos,
adiós. Palabras que se multiplican y golpean el tránsito de los sonidos, sin
ordenanzas ni señales.” Voces como esas son las que nos conducen por las calles de
Caracas y de Puerto Cabello, por la UCAB y la UCV, por apartamentos y
situaciones controversiales, todo esto bajo la mirada reversa del autor.
¡Feliz semana del
libro!
Martina.
2 comentarios:
¿Listita breve de lo más florido de la literatura venezolana actual o casi actual? perdona mi ignorancia, pero oye, que ninguno me sé.
Estuve buscando eso de ucevista en el google. Qué chulada de eslogan el de la UCV: "LA CASA QUE VENCE LA SOMBRA"
Si señor Saturnino, gracias. Para nosotros siempre será eso: Un lugar de luz, mucha luz, que se queda en el corazón para siempre.
Abrazos.
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