martes, 24 de julio de 2012

Una experiencia “retro” en el espacio con Kubrick.




Buenos días mis queridos lectores, continuando con el tema del verano de mi buen amigo Saturnino... Siempre es bueno tener presente que, si no puedes viajar o salir de casa por alguna circunstancia, lo pueden hacer con la mente, soñando, escribiendo, leyendo o a través de una buena película. ¿Cuántos de ustedes han visto 2001: Una Odisea del espacio, de Stanley Kubrick (1968)?  Esta semana me enfrenté a esa genialidad por segunda vez junto a mi hija Ariadna. Comencé a divagar sobre la relación entre el arte y la ciencia. Y es que ésta película, ganadora del Oscar en la categoría de efectos especiales, da para eso y más. La película te introduce en el tema de un salto: comienza con la evolución del mono, que al comer carne, activa el proceso de evolución cerebral, y de allí a la vida del futuro sin preámbulos, del mono a la nave espacial. Es en el futuro dónde se presenta el conflicto que existe entre el hombre y una super computadora llamada HAL 9000.  El tema de los límites de la ciencia y del desarrollo tecnológico (las máquinas que terminan controlando al mundo), está presente en muchos escritores de ciencia ficción. Un ejemplo de ello son los cuentos de robots de Isaac Asimov, y en especial “El hombre bicentenario” y “Yo, robot”, en dónde se encuentran las tres leyes de la robótica y la ley cero, un intento por frenar una posible sublevación de estos seres artificiales creados por el hombre. El tema se repite en Matrix, que nos hace pensar en la necesidad de redefinir el concepto de realidad, porque la misma es manipulada por grandes computadoras, las cuales determinan nuestra existencia en la mente, dejando afuera las acciones físicas, el contacto directo con los objetos y otros seres humanos (el mundo virtual, algo alusivo a las redes sociales).  Y finalmente, una película que no puedo dejar de mencionar aquí: WALL-E. Si bien en todo libro, toda película, todo cómic de ciencia ficción está presente la carencia de recursos naturales, ese no era en ningún caso el tema principal; era el avance tecnológico y su impacto sobre la vida. En WALL-E, el tema del agotamiento de los recursos junto al control del mundo por las máquinas creadas por el hombre toma el protagonismo. Allí una máquina central que controla las condiciones de vida de unos seres que se han vuelto amorfos por la falta de ejercicio, les impide ver que es posible recuperar el mundo que tenían con tan solo sembrar una planta, porque la tecnología disputa su preeminencia con la naturaleza; y es precisamente un robot que recicla la basura (tecnología limpia) el que se encarga de recuperar el mundo. Señores, esto es poesía, y de la buena, y si ésta película les gustó, recomiendo leer los libros de su guionista, el escrito e ilustrador australiano Shaun Tan: Cuentos de la periferia, el Árbol  rojo, he aquí su página: http://www.shauntan.net/… Pero sigamos.



La siguiente reflexión que surgió de la película de Kubrick es la siguiente ¿Es la ciencia la que dicta la pauta a través de sus descubrimientos e invenciones, para que se desarrolle determinado tipo de arte, o es por el contrario el arte, el que a través de la creatividad y la imaginación, marca la pauta para el desarrollo de la ciencia y la tecnología del futuro? Al respecto debo decir que mucho de los artefactos que se utilizan en la película (y que imaginaron que se utilizarían en el año 2001) son hoy una realidad: las comunicaciones a través de algo parecido a SKYPE, computadoras inteligentes, sistemas que se activan por el reconocimiento de la voz, viajes espaciales, robots y pare usted de contar. Cuando uno mira esa película piensa si es posible que estas cosas se escriban en trance, si es verdad lo que decía García Lorca “Los días que yo canto con duende, no hay nadie que pueda conmigo”. 
Tal vez ciencia y arte trabajan en forma simultánea para moldear el mundo, pues los avances técnicos y tecnológicos también modifican la forma de hacer arte (piensen en cómo han evolucionado los efectos especiales en el cine). En las esculturas griegas y las pinturas de Da Vinci, está presente el uso de las matemáticas (para el cálculo de las proporciones), la química (para elaborar los pigmentos), y en estos tiempos es común el uso de la computadora en el arte, existen una amplia gama de software específicamente diseñados para el artista plástico, el fotógrafo, el cineasta... y sé que podría mencionar muchas otras cosas pero éstas son muy básicas.




También tiene su espacio lo espiritual. Probablemente Kubrick nos quería decir que todas las civilizaciones se apoyan en la fe, y es ésta fe la que nos permite avanzar y reproducir la vida. La creencia en un ser superior al que necesitamos adorar, sin importar cuánto hayamos avanzado en la ciencia y la tecnología, como algo que está más allá de nuestra compresión, se proyecta en la imagen de una pared negra que se eleva hacia el infinito, y en cuyo tope siempre se ve la luz como de un amanecer. Esta pared aparece repetidas veces a lo largo de la película, es una especie de tótem alrededor del cual se reúnen los humanos con expresión de admiración. Adicionalmente, Kubrick apoya ésta imagen con el tema musical “Así hablaba Zaratustra”, del alemán Richard Strauss (1896), inspirada en la obra filosófica de F. Nietzsche que lleva el mismo nombre (eso, para que no quede duda de su misión religiosa dentro del film). 


La tercera inquietud me surgió al ver las imágenes del viaje de Bowman desde el espacio hacia la tierra. Los colores y la forma en que se usaron los colores daba la impresión de que el viaje se estaba realizando a la velocidad de la luz o cercana a ella. Es un viaje realmente hermoso desde el punto de vista estético, alucinante, algo que disfruté mucho. Pero fue la escena del ojo de Bowman, lo que hizo saltar el Pop Art en mi cabeza. Es el close up de un ojo que cambia  de color durante el viaje (tal vez reflejando la luz exterior). Eso se me pareció mucho a los trabajos artísticos de Andy Warhol. Indagué para ver si Kubrick tenía influencias del Pop Art… y sí, efectivamente, de hecho, el Pop Art era muy popular entre los 60 y comienzos de los 70, época en donde se lleva a cabo la filmación de ésta película, pero ésta influencia es más evidente en “La Naranja Mecánica” otra brillante obra de S. Kubrick. 



Con seguridad si vuelvo a ver ésta película encontraré muchos otros detalles en los qué pensar, pero de cualquier manera, si no han visto esta joya cinematográfica, es una buena opción para éste verano, quizás ustedes me regalen sus propias reflexiones.

Martina.

2 comentarios:

SATURNINO dijo...

No he visto la película. No recuerdo bien cuándo estuvo en las pantallas de cine una y otra vez. Podría tener yo 14 años o menos. Recuerdo entonces cientos de comentarios sobre la simbología de mil escenas y si significa esto o si significa aquello.... Vamos que tanto comentario, junto a algún otro del tipo "un rollo, no hay quien se entere de nada" me echó pa' atrás. Y luego ya en la pantalla pequeña como que se me han quitado las ganas. ¿Seguro que es recomendable verla en la pantalla chica?

Deyanira Díaz dijo...

Por supuesto que la experiencia en una sala de cine es incomparable a la que se pueda tener en casa. Sin embargo, creo que vale la pena. Las películas, al igual que los libros, tienen varios niveles de lectura, todos se disfrutan, todos son valiosos, por eso resulta interesante los comentarios, para explorar otras perspectivas. Además es muy divertido ver cómo los hombres imaginaban el futuro en los 60's, muy marcado con los rasgos de su entorno.

Un abrazo.