domingo, 6 de enero de 2013

Penetrando la película “Ralph el demoledor” con la daga de J. L. Borges.



  Hola queridos seguidores, ante todo espero que hayan tenido una navidad muy feliz aunque no hayan ganado la lotería éste año; lo importante es el cariño que se comparte con la gente que nos rodea. Les deseo a todos un Feliz Año 2013, lleno de éxitos, salud, amor y paz. Desde aquí los mejores deseos para mi compañero Saturnino y su familia, ellos saben que tienen secuestrado mi afecto y mi más profundo respeto. También quería pedirles disculpas por mi larga ausencia, he tenido más trabajo que nunca, sembrado semillitas verdes por aquí y por allá sin descanso. Pero aquí estamos.





          Hay hechos muy curiosos en la vida; éste relato encierra uno de ellos. Hace unos meses le comentaba a una amiga lo aburrida que estaba de ver tantas películas para niños en el cine (algo normal para quien tiene niños muy pequeños).  Sin embargo, he cambiado de opinión al respecto. A veces te encuentras joyas raras en esas películas, pero eso sí, hay que tener una buena daga  (o muchas de ellas) para abrir el cofre que las contiene, o quizás sea necesario quitarse los lentes 3D para trascender la historia contada.
            Lo cierto es que Ariadna, fanática de los video juegos, tenía un par de semanas invitándome a ver la película “Ralph el demoledor” la última película de Disney (2012), dirigida por Rich Moore. Debo confesarles que no me agradaba la idea, pero terminé por complacerla. 
            Salí del cine muy satisfecha esa tarde, había descubierto a J. L. Borges en el argumento central de ésta controversial película. Además, saqué la conclusión de que había sido hecha pensando en los adultos,  no solo por la profundidad de su argumento, sino también, porque los video-juegos a los que se hace referencia en la película, son video-juegos muy viejos, como bien lo notó Ariadna.
            La película comienza con Ralph, un personaje cansado de ser “el malo”, porque su trabajo es despreciado por todos, y es aislado socialmente y confinado a vivir entre la basura (todo lo que la sociedad no quiere ver y que desprecia, aún cuando se deriva de ella). Este acude a un grupo parecido al de los alcohólicos anónimos, pero para personajes malvados de video-juegos, de hecho su lema es “Un juego a la vez”. Lo hace porque quiere superar su frustración, quiere el reconocimiento social que obtiene su contrario en el juego, aquel que repara lo que él destruye, el que obtiene “las medallas”.
            Todo iba muy bien hasta la escena que abrió completamente mis ojos: aquella en dónde Ralph decide “salir del juego” (el viaje del héroe), para buscar ese reconocimiento en otro “juego” (obtener una medalla), y luego regresar  a su sitio para lograr la aceptación social. En ese preciso momento, todos se dan cuenta de que Ralph es parte importante del juego, que sin él, el juego deja de existir… que el bien no existe sin el mal. Entonces recordé el cuento “Las tres versiones de Judas” de J. L. Borges: “Ergo, la traición de Judas no fue casual; fue un hecho prefijado que tiene su lugar misterioso en la economía de la redención. Prosigue Runeberg: El Verbo, cuando fue hecho carne, pasó de la ubicuidad al espacio, de la eternidad a la historia, de la dicha sin límites a la mutación y a la muerte; para corresponder a tal sacrificio, era necesario que un hombre, en representación de todos los hombres hiciera un sacrificio condigno. Judas Iscariote fue ese hombre.  Judas, único entre los apóstoles, intuyó la secreta divinidad y el terrible propósito de Jesús. El Verbo se había rebajado a mortal; Judas, discípulo del Verbo, podía rebajarse a delator (el peor delito que la infamia soporta) y a ser huésped del fuego que no se apaga. El orden inferior es un espejo del orden superior; las formas de la tierra corresponden a las formas del cielo; las manchas de la piel son un mapa de las incorruptibles constelaciones; Judas refleja de algún modo a Jesús. De ahí los treinta dineros y el beso; de ahí la muerte involuntaria, para merecer aún más la reprobación. Así dilucidó Nils Runeberg el enigma de Judas.”  La existencia de un “reparador” pierde el sentido ante la ausencia del “demoledor”. Es un argumento totalmente controversial, pero válido. En la naturaleza esto está claro, se reconocen las interdependencias; en la sociedad, no. Y como no lo entendemos terminamos destruyendo la naturaleza también, rompemos el equilibrio. Pero sigamos.

            Tal vez el tema es un cliché, pero me pareció una genialidad que usaran los video-juegos como marco para desarrollarlo. La película nos recuerda lo expresado por Lao Tse en el “Tao Te Ching”: “El Tao produce el Uno. Virtud inmanente y operante en la totalidad cósmica. Esta Unidad produce la Díada. Es decir, se desdobla en Cielo y Tierra. Esta Díada produce la muchedumbre de los seres. Estos acusan su doble origen porque están compuestos de oscuridad (Ying) y luz (Yang). Estos dos elementos encuentran su armonía en los seres cuyos elementos constitutivos son.”
            El desenlace es algo que uno espera en función de la trama, Ralph, elije introducirse en un juego dónde destruir es algo bueno, porque consiste en combatir unos seres que están invadiendo la Tierra (relatividad moral de las actuaciones en función de las circunstancias), allí gana la medalla tan anhelada de forma irregular (podría afirmarse que la roba), y salta a otro juego dónde se convierte en un verdadero héroe, por reivindicar a una niña a la que se le ha robado su puesto en la sociedad, y que había sido relegada como él, a vivir en ambientes riesgosos. Al final, Ralph termina comprendiendo que no se deben tomar méritos que no se han ganado con esfuerzo, y que lo que él sabe hacer bien (demoler) puede ser tan valorado por la sociedad como lo que hace su oponente (reparar), cuando se hace con la actitud correcta.   Por otra parte, la sociedad comprende su error cuando se clausura el juego porque Ralph lo abandona; pierde, por no haber valorado correctamente el trabajo que Ralph realizaba. En la película, los que se creen virtuosos terminan siendo malos, y los malos generosos. ¿Es posible que podamos equivocarnos en nuestros juicios? A propósito de esto, Borges, en su cuento “Tres versiones de Judas”, nos llama la atención sobre esta posibilidad de manera radical: “El asceta, para mayor gloria de Dios, envilece y mortifica la carne; Judas, hizo lo propio con el espíritu. Renunció al honor, al bien, a la paz, al reino de los cielos, como otros, menos heroicamente, al placer. Premeditó con lucidez terrible sus culpas.” "Obró con gigantesca humildad, se creyó indigno de ser bueno. Pablo ha escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor (I Corintios 1:31); Judas buscó el infierno, porque la dicha del Señor le bastaba." Al final de la película Ralph asume ésta actitud, se entrega a su trabajo y lo hace porque entiende su papel en la sociedad y lo acepta de la mejor manera posible, y es uno de los momentos más sublimes de la película, es un sacrificio verdadero y allí hay amor. En este contexto, en el cuento de Borges, Judas es un héroe y no un villano, porque se sacrificó para dar cumplimiento a las escrituras; sin un delator ¿cómo habría sido esto posible? Ahora bien, esto es un poco lo que pasa con los presos del mundo, aquellos que quieren reivindicarse, como Ralph, y son rechazados por la sociedad que no les da la oportunidad de ser "buenos" o de cambiar sus vidas, por lo que  terminan  regresando a sus vidas delictivas. 

             Los personajes de ésta película están envueltos por la misma calamidad, son incapaces de ver lo que como individuos aportan a la sociedad y la interdependencia que existe entre ellos, la trama social. Ellos juzgan el esfuerzo personal en función del valor que le otorgan los demás, y del reconocimiento que obtienen los demás en comparación con los propios, sin pensar, que la sociedad en su conjunto podría equivocarse en su valoración. Todos ganarían más si reconocieran su interdependencia. Cada quien es valioso en la labor que desempeña dentro de la sociedad si la realiza con la intención de ser el mejor. No se trata de premiar el mal, ni de justificarlo, sino de entender que si la sociedad cambia su actitud hacia lo que desprecia, es posible que todo aquello se transforme en algo positivo que beneficie a todos. Actualmente, la basura puede ser transformada en biogas y en biofertilizante, así, se transforma algo que la sociedad desprecia en algo que la sociedad valora y necesita.
            Estas son algunas de las reflexiones que encontrarán en la película. Con seguridad hay más joyas, busque su daga y encuéntrelas. Le agradezco a Ariadna el haberme invitado a ver ésta película, no sólo por las cosas que vi, sino porque volví a ser la niña que amaba jugar video-juegos; me reencontré con Pac-Man, Mario-Bros y Street Figther (Ryo y Ken). Los tesoros se encuentran en lugares inesperados, y uno de ellos es la oportunidad que tienen de llevar a sus hijos al cine y luego compartir con ellos las ideas y sus partes favoritas.

Abrazos para todos.

1 comentario:

SATURNINO dijo...

¡Joooo ya no tengo yo en casa ninguna escusa a mano para ir a ver las películas de dibujos, de niños! y la cierta vergüenza que me da ir sólo hace que me las pierda.

Las péliculas de dibujos animados de los últimos 10 años suelen ser una verdadera genialidad... tienen 2 ó 3 niveles de lectura de modo que da para disfrutarla a distintas edades.

(no me atrevo yo a decir que el nivel de lectura que pueda hacer yo sea de tal profundidad como el que nos acabas de presentar).

Feliz año.